"La elegancia del lenguaje debe ceder ante la sencillez en la predicación de la sana doctrina"
En Breve
- El hombre es un pecador y sólo a través de Jesús puede ser salvo.
- La Biblia es nuestro manual de vida. Creemos que no tiene errores, y vivimos de acuerdo a sus enseñanzas.
- Hay un solo Dios, el cual existe en tres personas, Padre, Hijo, y Espíritu Santo.
- El Espíritu Santo es activo en el mundo hoy como Consolador, Consejero, fuente de poder para el creyente, y sigue concediendo los dones bíblicos.
- Jesús viene por segunda vez para llevar a su Iglesia, y regresará para reinar por siempre.
En Detalle
Las Escrituras
Creemos en la inspiración plena y Verbal de las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento, en sus documentos originales como la Palabra de Dios auténtica y genuina; ellas constituyen una revelación completa de su voluntad para la salvación de los hombres y son por lo tanto la única regla divina de la fe y la práctica Cristiana. (2 P. 1:19-21, 2 Ti. 3:15-16).
La Trinidad
Creemos que hay un Dios infinitamente perfecto que existe eternamente en tres personas: El Padre, El Hijo y el Espíritu Santo. (Dt. 6:4, Mt. 5:48, Mt. 28:19).
Jesús
Jesucristo es verdadero Dios y verdadero Hombre. Fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la Virgen María. Murió en la cruz, un sacrificio en sustitución por los injustos; y todos los que creen en Él son justificados a base de su sangre derramada. Resucitó de entre los muertos conforme a las Escrituras, está a la diestra de la majestad en las alturas como nuestro gran Sumo Sacerdote; de donde volverá otra vez a establecer en la tierra su reino de justicia y paz. (Fil. 2:6-11, Lc. 1:36-38, 1 P. 2:24, 1 P. 3:18, Ro. 5:9, Hch. 2:23-24, He. 8:1, Mt. 26:64).
El Espíritu Santo
El Espíritu Santo es una persona divina; Ejecutivo de la Trinidad; Consolador enviado por el Señor Jesucristo para habitar en el creyente, guiarlo e instruirlo, a redargüir al mundo del pecado, de justicia y de juicio. (Jn. 14:15-18, Jn. 16:3, Jn. 16:7-11).
El Hombre
El hombre fue creado originalmente a imagen y semejanza de Dios; cayó, por desobediencia, incurriendo así en muerte física y espiritual. Todos los hombres nacen con una naturaleza pecaminosa, hallándose, por lo tanto, desprovistos de la vida divina, y sólo pueden ser salvos mediante la obra expiatoria del Señor Jesucristo. La suerte del impenitente e incrédulo es una existencia perpetua de tormento, y la del creyente de gozo y felicidad eterna. (Gn. 1:27, Ro. 3:23, 1 Co. 15:20-23, Ap. 21:8, Ap. 21:1-4).
La Salvación
La salvación es una provisión hecha por Jesucristo para todos los hombres; aquellos que lo acepten a Él por la fe son renacidos del Espíritu Santo y reciben el don de la vida eterna, siendo hechos hijos de Dios. (Tit. 3:4-7). Es la voluntad de Dios que cada creyente sea enteramente santificado mediante la obra del Espíritu Santo, siendo por ella separado del mundo y del pecado y plenamente consagrado a Dios para una vida santa y un servicio efectivo. Esta obra del Espíritu Santo en el creyente, llamada la santificación, se reconoce como una experiencia subsiguiente a la conversión. (1 Ts. 5:23, Hch. 1:8, Ro. 6:1-14).
La Sanidad Física
En la redención del Señor Jesucristo se ha hecho también provisión para la sanidad del cuerpo mortal en conformidad con su Palabra. Según lo expuesto en Santiago 5, la unción con aceite ha de practicarse por la iglesia en el presente siglo. (Mt. 8:16-17, Stg. 5:13-16).
La Segunda Venida
De acuerdo con las profecías de ambos Testamentos y las promesas al pueblo de Israel, el reinado de Cristo será establecido mediante su propio advenimiento personal y visible a la tierra en poder y gloria. En esta una verdad práctica que debe estimular poderosamente la obra de la evangelización y la pureza de vida. (He. 10:37, Lc. 21:27, Tit. 2:11-14).
Los Creyentes
Las Escrituras enseñan claramente el deber de todos los creyentes de vivir una vida de fe y de sacrificio, y de entregarse continuamente a la oración y la intercesión a favor de otros.
Creemos en la inspiración plena y Verbal de las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento, en sus documentos originales como la Palabra de Dios auténtica y genuina; ellas constituyen una revelación completa de su voluntad para la salvación de los hombres y son por lo tanto la única regla divina de la fe y la práctica Cristiana. (2 P. 1:19-21, 2 Ti. 3:15-16).
La Trinidad
Creemos que hay un Dios infinitamente perfecto que existe eternamente en tres personas: El Padre, El Hijo y el Espíritu Santo. (Dt. 6:4, Mt. 5:48, Mt. 28:19).
Jesús
Jesucristo es verdadero Dios y verdadero Hombre. Fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la Virgen María. Murió en la cruz, un sacrificio en sustitución por los injustos; y todos los que creen en Él son justificados a base de su sangre derramada. Resucitó de entre los muertos conforme a las Escrituras, está a la diestra de la majestad en las alturas como nuestro gran Sumo Sacerdote; de donde volverá otra vez a establecer en la tierra su reino de justicia y paz. (Fil. 2:6-11, Lc. 1:36-38, 1 P. 2:24, 1 P. 3:18, Ro. 5:9, Hch. 2:23-24, He. 8:1, Mt. 26:64).
El Espíritu Santo
El Espíritu Santo es una persona divina; Ejecutivo de la Trinidad; Consolador enviado por el Señor Jesucristo para habitar en el creyente, guiarlo e instruirlo, a redargüir al mundo del pecado, de justicia y de juicio. (Jn. 14:15-18, Jn. 16:3, Jn. 16:7-11).
El Hombre
El hombre fue creado originalmente a imagen y semejanza de Dios; cayó, por desobediencia, incurriendo así en muerte física y espiritual. Todos los hombres nacen con una naturaleza pecaminosa, hallándose, por lo tanto, desprovistos de la vida divina, y sólo pueden ser salvos mediante la obra expiatoria del Señor Jesucristo. La suerte del impenitente e incrédulo es una existencia perpetua de tormento, y la del creyente de gozo y felicidad eterna. (Gn. 1:27, Ro. 3:23, 1 Co. 15:20-23, Ap. 21:8, Ap. 21:1-4).
La Salvación
La salvación es una provisión hecha por Jesucristo para todos los hombres; aquellos que lo acepten a Él por la fe son renacidos del Espíritu Santo y reciben el don de la vida eterna, siendo hechos hijos de Dios. (Tit. 3:4-7). Es la voluntad de Dios que cada creyente sea enteramente santificado mediante la obra del Espíritu Santo, siendo por ella separado del mundo y del pecado y plenamente consagrado a Dios para una vida santa y un servicio efectivo. Esta obra del Espíritu Santo en el creyente, llamada la santificación, se reconoce como una experiencia subsiguiente a la conversión. (1 Ts. 5:23, Hch. 1:8, Ro. 6:1-14).
La Sanidad Física
En la redención del Señor Jesucristo se ha hecho también provisión para la sanidad del cuerpo mortal en conformidad con su Palabra. Según lo expuesto en Santiago 5, la unción con aceite ha de practicarse por la iglesia en el presente siglo. (Mt. 8:16-17, Stg. 5:13-16).
La Segunda Venida
De acuerdo con las profecías de ambos Testamentos y las promesas al pueblo de Israel, el reinado de Cristo será establecido mediante su propio advenimiento personal y visible a la tierra en poder y gloria. En esta una verdad práctica que debe estimular poderosamente la obra de la evangelización y la pureza de vida. (He. 10:37, Lc. 21:27, Tit. 2:11-14).
Los Creyentes
Las Escrituras enseñan claramente el deber de todos los creyentes de vivir una vida de fe y de sacrificio, y de entregarse continuamente a la oración y la intercesión a favor de otros.